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13.6.07

 

Un cuento de Luis Sánchez

ZAMIZAKIS

¿Le gusta? -me preguntó, interesado, el doctor McRae-. La verdad es que desconocía lo que me estaba comiendo, y nunca hubiera reparado en ello a no ser por la dichosa pregunta. No poseía yo un paladar demasiado exigente, pues de siempre acostumbraba a comérmelo todo. El plato que tenía ante mis ojos, y que ocultaba un sabor extraño, como a garum, parecía ser toda una exquisitez, a juzgar por el placer con que era degustado por casi la totalidad de los invitados.
Asentí con la cabeza y, mientras limpiaba mis labios con la punta de la servilleta, le pregunté al doctor McRae: ¿Qué son? Él, con sonrisa cómplice, respondió confidencial: ¿De verdad no lo sabe?... ¡Son zamizakis! Se produjo una breve pausa y a continuación añadí: ¡Claro!, sin entender de qué se trataba.
Mi respuesta, en efecto, no pareció resultarle muy convincente, así que insistió: Supongo que sabe de qué hablamos. Me miró a los ojos, con una frialdad impasible, y no supe qué contestar. Lo último en alta cocina, querido amigo -replicó el doctor McRae-: ¡embriones humanos!


Luis Sánchez / mayo de 1997
(Leído en Radio Klara)

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